Volvía yo de unas cálidas navidades colombianas con el ánimo mustio y menos ganas de las habituales de reencontrarme con mi ciudad de acogida. En lugar de un sol, insolente frente a tales sentimientos, caía una cortina de lluvia, perfecta a mis cansados ojos de madrugón aeroportuario. Y sobre ese suelo y esas calles mojadas de entrada a la ciudad, un tiburón, dando la clase y el sentido de película a toda esa tristeza.
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Freiburg im Breisgau, 11 de enero de 2014 |
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