Freitag, 4. Oktober 2013

12. El Mago de Oz

Mudarse viene de perlas para "perder algo de peso", sobre todo si uno es tildado por sus allegados, de vez en cuando, de poseer características cercanas al síndrome de Diógenes. No seré la primera ni la última que atribuya mayor grado de romanticismo a las pequeñas cosas de las que de facto tienen.

Estas bailarinas de terciopelo rojo, mis particulares zapatos del Mago de Oz, poseen mayor trote que todos mis zapatos juntos. Son esos zapatitos comodín con los que además se siente que ya se te ha alegrado el día, que cada uno de tus pasos se hace más ligero, de tan amoldados que están a tu pie. El sentido común decía que, a raíz de su ya alarmante número de agujeros, debían caer en esta última redada. Pero les he sacado del lado bueno para despedirme de ellos.

Algo de magia debían poseer...

28 de septiembre de 2013

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